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Nuevos aires para los filarmónicos
09.11.2007 - Escrito por: Felipe Osuna Manjón-Cabeza
Los filarmónicos egabrenses se encuentran convulsos. Aires manidos han penetrado en la centenaria «Casa de la Música» haciendo tintinear sus sólidos cimientos, edificados sobre roca dura: la cultura musical de sus integrantes. Tras las cartas y alusiones aparecidas en la prensa -como este diario digital que lleva a miles de pantallas la actualidad de Cabra- se alerta a la población de que algo falla. La crispación ha envilecido y enfrentado a numerosos socios que se han visto obligados a abandonar la institución, muy a su pesar. Otros ratifican que han sido expulsados por decretazo del presidente de la casa, elegido de un modo semi-democrático y digo esto porque muchos lectores desconocen los estatutos que rigen los designios del Centro Filarmónico, un documento que no ha evolucionado y desprecia a los socios que se limitan a aportar una cuota para disfrutar de sus servicios.
Para evitar escribir “de oídas”, algo que parece haberse estilado en los últimos tiempos en nuestra ciudad, he podido conocer a grosso modo por varios filarmónicos parte de la situación actual y que se remonta a los meses previos a la Coronación Pontificia de nuestra Patrona. Por aquel entonces, el Coro de Cámara -hoy gratamente de la Fundación Aguilar y Eslava- tuvo que luchar contra las adversidades que le fueron impuestas por componentes de la coral y de la directiva y que, lamentablemente, les hizo abandonar un barco que desde entonces se encuentra a la deriva.
El 1 de Enero de 2005, año de la Coronación, se celebraron elecciones con polémica incluida pues resultó vencedor el actual presidente, gracias a un solo voto, emitido fuera de tiempo por una persona que, al parecer, llevaba bastante tiempo sin participar en la vida artística.
Como decía en líneas superiores, los estatutos obsoletos de la casa reconocen dos tipos de socios, los que aportan su arte a la institución y pertenecen al cuadro artístico (con derecho a voto) y los socios protectores que aportan una cuota (sin derecho a voto). En el momento que se niega participar de la democracia a un sector, la cosa se tuerce y la situación se converge hasta los extremos actuales, de continua crispación, de tarjetas rojas por doquier, de voces que huyen y buscan una forma alternativa de expresar sus inquietudes artísticas. Como diría un crítico deportivo «un equipo de fútbol sin delanteros no mete goles», si el grueso de voces se encuentra en otros lares ¿qué es lo que queda del grupo que hasta hace poco conocíamos? La última vez que escuché la coral fue el día más grande que tiene la ciudad, el ocho de Septiembre, ante la Virgen de la Sierra y la impresión ya fue un tanto negativa.
Si a todo esto se une la salida de su director ¿quién forma parte de la coral? Imagino (y con perdón) que son las “viejas glorias”, dirigidas por un nuevo director bajo salario. Algo que nunca había sido necesario, ya que los responsables musicales han venido realizando -desde los orígenes- su labor de forma altruista.
En otro orden de cosas podríamos abordar la actitud del presidente, sin embargo esto sí sería hablar de oídas, ya que las personas que no están conformes con su actuación -que no son pocas- aportan un punto de vista extremo.
Aludiendo a la campaña socialista utilizada en las pasadas elecciones municipales, la centenaria «Casa de la Música» precisa de “nuevos aires” que deberían de haber llegado de forma paralela a la reforma del edificio. Nuevos aires que consisten en la reforma de sus estatutos, de lo contrario y en vista de las numerosas bajas de socios del cuadro artístico de forma “no natural”, el Centro Filarmónico podría perder su razón de ser: la difusión y docencia de la música.
Tesón, cariño, entrega y mucha paciencia, necesitan los filarmónicos de corazón para que este flamante barco vuelva a navegar con aire limpio y fresco.
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