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Reto conseguido
27.09.21 - Escrito por: Antonio Fernández Álvarez
 Os quiero contar una historia, que en la memoria egabrense debería perdurar para siempre. Una historia de Francisco Arcos Serrano. ¡Curro, Cabra tiene una deuda contigo! Los egabrenses no debemos olvidarte.
Ayer veintiséis de septiembre del dos mil veintiuno, hiciste que viviéramos un día grande en Cabra. Solidaridad y emoción derrochamos los egabrenses porque el corazón de muchos de nosotros vibró de entusiasmo, nuestras gargantas gritaban un nombre Curro, Curro y nuestras manos aplaudían durante muchos minutos la llegada de un hombre que cansado, sonriente, emocionado y con lágrimas en los ojos daba por finalizado su reto "Corriendo por los niños".
Veintiuna jornadas recorriendo España de Norte a Sur, novecientos kilómetros. Hendaya - Cabra. Dos objetivos en su solitario y duro reto. Uno. Recaudar dinero para ayudar a los niños de la Asociación "Borrando diferencias" y al joven, Izan. Dos. Un homenaje a aquellos emigrantes egabrenses que hicieron este recorrido para partir a Francia a trabajar. (Maleta en mano, corazón roto por la partida pero con la ilusión de volver con el dinerillo suficiente para seguir viviendo con las penurias de una vida en la que solo sus brazos eran con lo único que contaban para darle de comer a los suyos).
Quiero hacer hincapié en este segundo objetivo de su reto, quizás porque el primero importantísimo por supuesto, el conseguirlo o no, depende más del apoyo de todos nosotros, que por cierto nada se puede objetar a la solidaridad que derrochamos los egabrenses que siempre que se nos pide nos volcamos en la medida de nuestras posibilidades a ayudar. Quiero creer y creo que en la venta de los dorsales, haya pasado lo ocurrido con la degustación del riquísimo arroz que se pudo saborear tras su llegada, éste rebasó todas las expectativas, pues un poco antes de las tres de la tarde ya no había arroz, agotándose las previsiones que se hubiesen realizado.
Decía que el segundo objetivo es el que quería remarcar, quizás porque ya por fortuna queda lejana aquella imagen que vivíamos muchos niños de los 60, 70 e incluso 80 viendo partir a nuestros padres, con una vieja maleta y muchos miedos que sus ilusiones apagaban o disimulaban para no llorar mientras nosotros llorábamos su partida. Este segundo objetivo ha merecido una placa en recuerdo de los emigrantes egabrenses que se ha colocado en la estación. Tú que has sido emigrante ya me contarás que has sentido o te preguntas como yo hijo de emigrante, ¿el monumento para cuándo?
Curro, espíritu solidario, corazón grande, entrega, sacrificio e ilusión, tantos calificativos te han prodigado por tu gesto, por tu hazaña, que solo puedo añadir, si todavía queda esperanza en el ser humano solo hay que mirar tu sonrisa, tu alegría y escuchar tu sonora voz diciéndonos tus "buenos díaaaaaaaas" como pistoletazo de salida que propulsaba tu ánimo a seguir adelante. Gracias, gracias, por animarnos a todos a ser mejores personas.
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