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Alegato taurino
28.03.10 - Escrito por: Jesús Gómez Medina
Esta semana hemos podido oír unas declaraciones de Su Majestad el Rey donde se exponían los valores culturales, económicos y sociales de la llamada Fiesta Nacional. Tal discurso tiene su peso específico no exclusivamente debido a que quien pronuncia tales palabras sea el Jefe del Estado ( casi a modo de un “ ¿Por qué no te callas?” taurino), sino – como ustedes conocen- por las circunstancias precedentes del cuestionamiento legal en Cataluña de la celebración de corridas de toros.
Parece ser que- en estos momentos de desorientación y desconsuelo por los efectos sociales y económicos derivados de la crisis amén de las otras convulsiones políticas a que los rotativos y noticiarios nos tienen lamentablemente acostumbrados –la Casa Real sí tiene clara una percepción de su papel influyente en la opinión pública algo disconforme en sí del papel secundario con que muchos pretenden etiquetar la figura de nuestros monarcas . Manifestaciones que , sumadas a los mensajes anteriores llamando a la unidad en otros temas económicos y políticos , apoyan decididamente la causa taurina, motivo de mi reflexión en este artículo.
Son caudalosos los ríos de tinta vertidos tomando partido por los taurinos y por los antitaurinos. Este artículo pretende – desde el conocimiento más simple de los fundamentos de la fiesta y sus circunstancias- aportar ese hilo afluyente a sumarse en las razones de los primeros pues entiendo son muchas las justificaciones que avalan la necesaria continuidad de tan identitaria tradición, asumiendo la lícita crítica de quienes piensan de manera diametralmente opuesta a mi criterio.
La modernidad no debe suponer olvidar que, precisamente, nuestra identidad se basa en ciertas herencias culturales, sociales y económicas que nos marcan como pueblo desde tiempos remotos. Incluso religiones antiguas como nuestro conocido mithraísmo ya promulgaban la fuerza de la naturaleza encarnada en el toro – concepto compartido por muchas culturas mediterráneas-.
Si realizáramos un ligero análisis de la realidad taurina actual- de la que muchos de nuestros conciudadanos conocen más por su pasión personal y erudición emanada de años de afición-, percibiríamos que la importancia de nuestra fiesta trasciende lo cultural subrayándose como una actividad económica de no desdeñable dimensión dentro del producto interior bruto hispano. Obsérvense las más que diversas empresas vinculadas con el sector taurino tanto primaria como secundariamente: sector ganadero ( bovino y ecuestre)y auxiliares, sector de gestión empresarial de cosos, cuadrillas de toreros, manufacturas textiles, de utillaje, transportes, sector de alimentación cárnica, mantenimiento , construcción o alquiler de plazas, gestión jurídica y de representación de toreros, escuelas taurinas, trabajadores de cada espectáculo y/o pertenecientes a las plazas, consejos de administración y accionariado, empresas promovedoras de eventos, diferentes adscritos a medios de comunicación ( críticos taurinos, profesionales de la comunicación audiovisual y empresas del sector ), rama del sector de publicaciones , museos taurinos , sector de hostelería y un largo etcétera que conjuntamente conforman un entramado con dimensiones de holding taurino cuya importancia , reitero,– aún centrándonos en lo económico – no debe desdeñarse a la ligera.
Al patrimonio económico habría que sumar el inherente bien cultural que sería difícilmente descriptible en un breve artículo , pues nuestra sociedad “algo debe” o de alguna manera está consustancialmente ligada al mundo taurino , cualesquiera que fuese la dimensión en que pensáramos de las diferentes artes o saberes. A mi mente vienen tan de improviso imágenes antológicas de las pinturas de Goya o Picasso, de la poesía del Veintisiete , como de las primeras notas de cualquier obra musical del rico muestrario de música taurina y de banda consustanciales a la estética de la fiesta.
Desde la propia gestión cultural he podido conocer la realidad taurina de nuestra ciudad: su tradición ampliamente reflejada desde ese siglo y medio de historia construida de festividad en festividad trascendiendo de la simple dimensión del espectáculo. Cómo las páginas de los diferentes periódicos -que nuestra ciudad han alumbrado con la luz de la cultura- han contado con las referencias taurinas en forma de anuncio o articulado periodístico informativo o de costumbres.
Muchos han sido los escritores que han retratado perfiles locales o nacionales impregnados de los ecos taurinos, las películas que han reflejado las pasiones y sentimientos despertados por sus protagonistas o las instantáneas capturadas y rescatadas del olvido de las faenas más antológicas que con sangre y arena se hayan escrito.
Nuestra ciudad respira por alguno de sus poros esencia taurina desprendida de los ladrillos de la Plaza Centenaria. Los clamores de las mejores épocas resuenan en la memoria de los aficionados y apasionados adscritos a sus peñas. ¡Qué decir de quienes atesoran como oro en paño carteles , vitolas, sellos o cualquier otro efecto susceptible de ser coleccionado y siempre ligado a un emocionado recuerdo!
He tenido la fortuna de participar en la realización de actos conmemorativos de nuestra plaza, los cuales me han acercado a perfiles humanos : anónimos algunos, más conocidos otros- de aficionados o profesionales del gremio- que tenían como denominador común la pasión compartida por las diferentes artes taurinas.
¿Qué fiesta de las nuestras se puede entender de diferente manera sin una fiesta taurina?. ¿Qué persona no tiene un singular recuerdo dentro de nuestro veterano coso ? ¿ Cuántas causas se han apoyado en espectáculos desarrollados en su espacio?
El Consistorio ha sido siempre consciente de los lazos entre mundo taurino y sociedad estableciendo acuerdos de diferente índole con las distintas empresas gestoras de la Plaza . Hoy en día he podido constatar que desde el gobierno sigue manteniéndose ese guiño institucional para con los gestores así como para con los propietarios- fieles custodios del patrimonio del que son dueños.
Ojalá llegue el día en que el ilusionante proyecto nacido el año del CL Aniversario vea la luz. El Museo Taurino sería una muestra más de cómo el patrimonio heredado se constituye en medio transmisor de cultura y activador económico en su vertiente turística. A veces los proyectos pierden fuerza pues chocan de lleno con los obstáculos burocráticos, pues las subvenciones públicas tienen vetado acceso a los bienes particulares, pero he de suponer posible encontrar fórmulas legales para salvarlos. Quizá pensando- a modo de elucubración- en algún solar anexo a la Plaza de titularidad pública pero uso concertado que podría abrir las puertas a la ansiada solución. No dudo que la constancia, el tiempo y la voluntad institucional y del accionariado llegarán algún día a redondear dicha “ faena”.
Una ciudad como la nuestra ,con una red de museos construida desde los ya existentes : el singular Museo del Aceite, el atractivo y magnífico Museo de la Fundación “ Aguilar y Eslava” o el remozado Museo Arqueológico con su especial Mithreo cuya remodelación gusté gestionar y que será inaugurado tras las obras y que, ampliada con otros futuribles (Taurino, Museo de Fósiles, Fototeca, Valeriano, Cofrade), llegaría a adquirir la singularidad necesaria para atraer potenciales turistas de otras comarcas o incluso de nuestros alrededores pues cada vez es más de uso común ese turismo de fin de semana de índole cultural.
Nuestra localidad tiene reconocidas sus fuentes económicas. La cultura puede en sus diversas manifestaciones mostrar ese lado beneficioso. ¿ Quién no recuerda un Sábado de Gloria con las calles llenas de coches venidos de todas partes para contemplar la excepcional procesión de la Soledad haciendo día en Cabra para rematar en la igualmente gloriosa corrida del Sábado Santo? ¿Quién no ha visto colapsada por el gentío esa Avenida de la Constitución en días de carteles grandes? ¿ Quién no ha sentido ese aire de fiesta y expectación, de puro y sombrero cordobés, de vestido de lunares , cámaras de televisión , sonido de cascabeles de las mulillas , de pasodobles y golpe seco de portón de toriles?
Hay quienes pretenden darnos lecciones de ciudadanía intentando hacernos ver en su opinión el lado bárbaro del castigo animal, intentando embotar el alma desprendida del arte que como volutas de puro se eleva al cielo cada vez que una faena se remata en la plaza. Arte que capta desde el sencillo aficionado hasta el artista más sutil de cualquier disciplina. Hay quien pretende hacernos olvidar que uno de los símbolos de nuestro Pueblo es esa figura recortada de negro con forma de animal cuya silueta vigila los campos de nuestra geografía. Quienes olvidan que es una seña más que nos une a nuestros pueblos hermanos del otro lado del Atlántico. Quienes no perciben el papel de las ganaderías en la conservación de la especie brava. Quienes no reconocen la épica y el romanticismo de figuras legendarias cuyas biografías retratan la superación personal y la realización del sueño americano “ made in Spain”.
Una sociedad que respeta y protege su patrimonio es una sociedad viva y con principios. Cercenar el mundo taurino es mutilar nuestra propia identidad, privarnos parte de lo que somos. Desde el respeto a la diferencia, debemos salvar el legado taurino como bien de interés cultural desde cada una de las Comunidades Autónomas empeñadas en preservar la Historia.
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