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El miedo, la distracción y las próximas elecciones
10.01.10 - Escrito por: Isidoro
Réplica al artículo ‘Tipos de miedo’ de José Luis Casas publicado en el diario Córdoba del día 07/01/2010.
Antes de leer este artículo pensaba yo que todos los miedos eran reales; que estas angustias perturbadoras existían, en la mente de cada cual, pero que existían de hecho; y que lo que podría ser real o imaginario era la amenaza o riesgo de daño. Bueno, no quiero confundir, en realidad sigo pensando lo mismo después de leerlo.
Otra cosa, sin embargo, es el ánimo de infundir miedo. Desconozco si el presidente provincial del PP tiene razones honestas y objetivas para afirmar lo que dijo en cuanto a los futuros candidatos de su partido a las próximas elecciones. A mí no me extrañaría.
En cuanto al análisis de este tipo de miedo yo no retrocedería a 1993. Hace pocos días que el Sr. Rubalcaba, como ministro del Interior, afirmó de la seria amenaza de que la banda etarra intentara un ‘atentado espectacular’ para atraer la atención.
No dudemos desde luego que la manifestación sí que fue espectacular y sí que atrajo convenientemente la atención. Tanto que hasta ha llegado a ser criticado por el SUP y la Guardia Civil como algo ‘nunca visto antes en Democracia’, tanto la publicidad de la supuesta amenaza como que sean los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad los últimos que se hayan enterado de la misma, y que no hayan sido avisados desde el ministerio, sino que lo hayan conocido a través de la prensa.
Añadió el Sr. Rubalcaba que la decisión de hacer públicas estas manifestaciones ‘se había pensado bien’.
Yo estoy de acuerdo con él, quizá porque esto de ‘infundir miedo’ produce beneficios como apunta el autor del artículo, entre ellos y además de los obvios, que la opinión pública mire para otro lado. Digamos, por ejemplo, que se olvide por unos días de los cuatro millones de parados; de las previsiones de cinco millones para finales de 2010; de la gestión ‘anodina’ y ‘fantasma’ como en varias ocasiones han mencionado medios internacionales como el Financial Times, o del último titular de este medio: ‘UNA ESPAÑA TORPE GUIARÁ A EUROPA’.
También aquel aviso ‘miedático’ servirá para, si dicha amenaza se concreta decir ‘ya se avisó’, y si, todo lo contrario, se podrá en cambio añadir ‘no se concretó el atentado o secuestro porque se actuó adecuadamente’. En fin, que en cualquier caso ganará ‘la banca socialista’.
Es este un país donde el rigor en la exigencia de responsabilidades brilla por su ausencia. Una vez pasado un tiempo prudencial habría, digo yo y si no hubiera tal atentado, que exigir del ministro que aclarase qué circunstancias y datos puntuales le llevaron a alertar tan gravemente con dichas manifestaciones. Y si finalmente se concretase, habría que exigir igualmente responsabilidades por las cosas que hubieran estado mal hechas, además de preguntarse ¡para qué sirvió entonces el aviso perturbador del ministro?
También es este un país donde existen garantías legales en contra de los abusos de poder, como apunta el Sr. Casas.
¡Garantías?…, parece como si el autor nunca hubiera sufrido un atropello desde algún órgano o persona en el poder ‘democrático’; suerte hubiera sido ésa. Entonces conocería por propia experiencia que las garantías haberlas haylas, aunque algunos no creamos en ellas, todos las conocemos; pero que su existencia no ‘garantiza’ que no se produzcan los abusos. Igual sabemos que esas ‘garantías’ frecuentemente tardan años en resolverse, y que lo hacen siempre en forma de respuesta más para condenar, o no, al tirano, que para restablecer el daño ocasionado y ya irreparable.
Para finalizar, de lo que sí que estoy seguro es de que, al menos en nuestra ciudad, situarse en una posición crítica con respecto a los actuales gobernantes del PSOE local te cuesta bien caro.
Para quien no lo conozca yo mismo podría mostrarle mis cicatrices; otros también las tienen. Para el resto, pueden seguir tapándose sus ojos obscenamente; en algo les convendrá.
En cualquier caso es positivo. Es positivo que artículos como éste sean escritos, pues ello significa que el ‘miedo real’ al resultado de las próximas elecciones ya anda entre las bambalinas socialistas.
Y esta amenaza sí que es real.
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