|
XXV años de hazañas
30.10.09 - Escrito por: Mateo Olaya Marín
Este domingo se cumplen veinticinco años de hazañas deportivas anónimas en Cabra. En los arcos de la calle Baena volveremos a ver cientos de atletas provenientes de diversos puntos de la geografía española y fuera de ésta, bajo el rótulo de salida, impacientes y nerviosos antes de partir y meterse de lleno en una aventura de fondo por el macizo de la Sierra de Cabra.
La Subida Pedestre que se celebra en nuestra localidad cada 1 de noviembre es, sin duda, una de las competiciones más atractivas y duras del circuito andaluz de atletismo de fondo amateur. Atractiva por cuanto atraviesa de abajo a arriba la Sierra de Cabra, dejando a su lado parajes de belleza excepcional como el Lapiaz de los Lanchares y el Poljé de la Nava, coronando en el picacho y su Santuario, donde se ofrecen impresionantes vistas de la geología andaluza. Y dura porque salvar un desnivel de aproximadamente 800 metros, en unos 14 kilómetros, supone un esfuerzo sobrehumano, tan sólo al alcance de unos pocos héroes que en su tiempo libre se afanan en entrenar y poner su corazón y piernas a la mayor resistencia posible.
Para mí son héroes, sin duda. Con menos que otras estrellas sobrevaloradas, consiguen restar los kilómetros con una voluntad sin límites. Esta carrera es una lección de psicología. En sus diversas variantes, antes por el camino antiguo de la Sierra, luego dirigiéndose por la carretera de Priego hasta los Pelaos, y ahora por el Camino San Marcos, la meta siempre se planta ante los ojos del corredor que tiene que hacer un esfuerzo no sólo físico, sino también psicológico. Observar siempre en lontananza la silueta del picacho es desmoralizante. Más pasos das, pero la sensación de cercanía no se evidencia.
Marroquíes, granadinos, sevillanos, madrileños, asturianos y por supuesto egabrenses, conforman esa legión de piernas que se atreven a desafiar a la propia naturaleza, con sus hostilidades. Por las curvas de nuestra Sierra de Cabra hemos presenciado verdaderas carreras históricas, récords que parecían imbatibles, tanto a nivel absoluto como local. Atletas locales que por un día se han convertido en figuras del género. Situaciones comprometidas y al límite que siempre se han visto superadas con lo único que cada uno llevaba en su cuerpo: el tesón.
Sólo los que hemos tenido la fortuna, y también el mérito propio, de formar parte alguna vez de esta carrera, sabemos la dureza y crueldad de esta dura empresa que es coronar la Sierra de Cabra con las pulsaciones al ciento veinte por cien, los músculos de las piernas castigados y la cabeza agotada. Máxime cuando la mayoría de sus protagonistas fuimos, son y serán corredores aficionados que no disponen de entrenadores especializados, ni sesiones con material avanzado y rutinas tan tecnificadas que hacen volar hasta al más incrédulo.
Por desgracia no todos podemos continuar en este vigésimo quinto aniversario. Las lesiones crónicas, que azarosamente azotan en la disciplina deportiva, son capaces de vencer a nuestros más altos deseos y tenemos que conformarnos con verles desde la acera, inundados de envidia sana.
Se me vienen a la cabeza muchos nombres de atletas egabrenses que cada uno de noviembre se convierten, repito, en auténticos héroes deportivos. Quizás por no ser de otro deporte, el pueblo no sabe realmente la virtud que ostentan, ni el valor que derrochan. Los Triano, Repullo, Sebastián, Mata, Espinar, Ignacio, Fernando, Andrés Luna, Ricardo; o las Moreno, Helena, Dolores Jiménez y otras tantas más, me merecen siempre la mayor de las admiraciones, donde, como no podía ser de otra forma, está ese Club de Atletismo local 'Mente sana en cuerpo sano' que, desde su modestia, consigue cultivar día a día la pasión por un deporte que tiene en el mérito estrictamente individual su mayor tesoro. Un deporte sin más apoyos y ayudas que los de dos piernas.
|
|
|
|
|
|