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Una candidatura, un proyecto de ciudad
03.10.09 ENTRE LÍNEAS - Escrito por: Antonio Ramón Jiménez
La conclusión de lo que pasó ayer con la elección para la sede de la Olimpiada de 2016 no tiene que ser negativa. Coincido casi en su totalidad con mi buen amigo y compañero de redacción, Mateo Olaya, en los planteamientos que hace sobre el sistema de elección y los criterios de los electores; la ilusión que hubo en tantos españoles en la tarde de ayer, valió la pena aunque al final, la corazonada quedara en eso.
Sin embargo me importa el fondo de la cuestión. Creo que el proyecto de Madrid 2016 ha servido para algo muy importante, que ya hemos visto en otras ocasiones: la unidad de acción institucional, popular, política e informativa. Dejando a salvo los grupos y personas que también han estado en contra y que, lógicamente tenían sus razones y su derecho a discrepar, una vez más se ha puesto en evidencia cómo un evento deportivo en ciernes, es capaz de unir a todos: desde la Jefatura del Estado, encarnada en los Reyes, hasta el último ciudadano español que con su mano abierta anunciaba al mundo apoyar a Madrid como sede olímpica, Presidente del Gobierno, Jefe de la Oposición, Presidenta de la Comunidad Autónoma, Alcalde de la Ciudad, todos unidos con un proyecto de ciudad, presente en una candidatura.
Escuchaba recientemente, en una visita empresarial a Salamanca de cara al proyecto Córdoba 2016 para la capitalidad cultural europea, que en este tipo de iniciativas lo importante es ver el modelo de ciudad que queremos proyectar. Una propuesta de este tipo supone que una ciudad y todo su enramado social, cultural, deportivo, institucional y político, deje a un lado cuestiones menores, salve pequeñas diferencias y se ponga a trabajar en un proyecto a medio/largo plazo que sea una reflexión sobre la ciudad, su imagen, su proyecto global, sus redes ciudadanas. Que parta de la realidad actual y piense en los que viven en ella para proponer donde queremos llegar. Evitando mensajes contradictorios, evitando descoordinación o desconcierto.
Para eso hace falta un proyecto coordinado, global, integrado e integral, consensuado y que unifique voluntades. Ganas por trabajar juntos y personas dispuestas a hacerlo. Y eso es lo que ha pasado, a mi modo de ver, con Madrid 2016.
Si luego no se obtiene la designación, lo que se ha hecho es bueno y positivo y habrá que usarlo en favor de lo conseguido. Podría habérsele sacado mejor partido, pero la preparación, el trabajo, la ilusión, los resultados, la unidad de conjunto que se ha dado al mundo, es muy importante, para un país como el nuestro, tan dado a trabajar por separado y en el que, a veces, es tan difícil unir voluntades, apostar por lo común o, en definitiva, trabajar juntos por algo a lo que todos aspiramos y queremos.
Para mí, hoy, tras la decepción inicial que nos inundó a media tarde y que la Reina Sofía no dudó en afirmar tras la designación de Rio de Janeiro, el resultado es muy positivo. Y habría que tenerlo en cuenta para otras tantas cosas, algunas mucho más sencillas o cercanas; otras mucho más complejas y lejanas.
Marcarse metas colectivas en el medio y largo plazo, hacer una reflexión interna de manera conjunta, descubrir carencias y potenciar realidades, saber qué se quiere realmente, generar actividad, ilusión, unión y esfuerzos, en definitiva, es muy importante en los momentos actuales.
Todo esto vale para cualquier esfera de la vida: desde la familia, la pequeña empresa, la asociación del tipo que sea o la cofradía; hasta el partido político que tiene las responsabilidades de gobierno municipal, provincial o autonómico, las grandes empresas, los gobiernos nacionales o las instituciones internacionales.
En este mismo año, los cordobeses nos enfrentamos también a algo similar con la preparación y presentación del proyecto para la capitalidad cultural europea en el año 2016 que tendrá como sede dos ciudades de Europa, una española, otra polaca. Tenemos una ocasión de oro para ofrecer en un contexto disperso, un proyecto global de Córdoba, que llegue realmente a ser competitivo en el sentido de marcar diferencias y cobrar protagonismo frente a los demás.
Espero que en esta votación para la elección de la ciudad candidata por parte de España, se tengan en cuenta las cuestiones objetivas que reclama Mateo en su artículo. Sin embargo, y eso es lo realmente importante, espero que sepamos hacer un proyecto serio, creíble, global y que de muestras de unidad de acción. Luego, si no se obtiene la designación, habrá que pensar que se gana y mucho, por haber creado una candidatura que tenga un magnífico proyecto y que sea capaz de quedar en la opinión pública, transmitiendo las ganas de hacer más y mejor las cosas.
A ritmo de samba habrá que decir adiós a Madrid 2016. Ojalá que con sones de guitarra cordobesa demos la bienvenida a Madrid 2020, brindando con Montilla-Moriles, desde la capital cultural de Europa en 2016.
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