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La victoria del pobre
03.10.09 - Escrito por: Mateo Olaya Marín
Llegó la consabida decepción a Copenhague. Sabíamos que era como luchar contra un ciclón, pero el hecho de adelantar a Chicagó nos infundó esperanzas. Madrid era, a todas luces, la mejor candidatura. Pero de poco sirvió tener el mayor porcentaje de infraestructuras realizadas, el mayor apoyo popular, unas comunicaciones privilegiadas entre Madrid y el resto de España y una ciudad, en definitiva, más que preparada para cubrir unas Olimpiadas.
Ganó el pobre. El único mérito de Río de Janeiro es ser sudamericanos, y el único demérito de Madrid el ser europeos. Ha sido todo un movimiento geopolítico el que ha truncado nuestro proyecto. Porque era la única forma de derribarnos. Vencernos en términos técnicos-deportivos era imposible, pero en esto de los Juegos es precisamente en lo más importante donde no se entra.
Fuimos testigos del cachondeo y la pérdida de tiempo que supone asistir a una ciudad, movilizar a un centenar de personas, preparar dossiers e informes de todo tipo. Así le hubiéramos cantado, así le hubiéramos puesto sobre la mesa el mayor de los regalos, que no nos lo iban a dar. La elección responde a criterios de oportunismo, de rotaciones y de intereses extra deportivos. Se evidencia en la primera votación, donde fuimos los mejores. Donde, creo, que los comisarios votan sin sujetarse a otro factor que el meramente técnico. Después, con los descartes, entrarían en juego los votos “peloteros”, “lameculos” y de compadreo.
Madrid hizo todo lo posible y más. La Alcaldía, la Comunidad, el Gobierno español… todos a una han conseguido cocinar una sede sobresaliente para unas Olimpiadas. Pero nos tomaron el pelo. Mientras que nosotros nos presentamos grandes para hacer de las Olimpiadas algo más grande todavía; Río de Janeiro plantó su alegría y el discurso victimista demagogo del que se sabe inferior, para barnizar sus numerosos defectos estructurales y organizativos.
Sin duda es un riesgo encomendar una tarea tan complicada a un país emergente, a una ciudad que no reúne muchos de los requisitos necesarios para el evento; una candidatura más virtual que otra cosa; más por hacer que hecha. Por otra parte, es un justo premio a Sudamérica, a Lula y lo que él significa para el pueblo sudamericano, que también alguna vez tenía que gozar de la oportunidad; pero en el otro extremo está la injusticia con Madrid. Los españoles jugábamos con nuestro equipo, pero los brasileños con el suyo y con el cubano, el argentino, el paraguayo, el uruguayo y un largo etcétera.
Iñaki Gabilondo, en la Ser, decía ayer que el COI debería plantearse seriamente lo de las votaciones, para sustituir este régimen discrecional y arbitrario, por un sistema bien ponderado, en el que tener cubiertas una serie de necesidades (infraestructuras de comunicaciones, instalaciones deportivas, etc.) valiera justamente una ventaja sobre los demás.
Pero ya nos lo dijo Manolo Lama en la conferencia que impartió en Cabra con motivo de los cursos de Verano de la Universidad de Córdoba: con seguridad, recibiríamos una decepción.
De todas formas, habrá que pensarse seriamente si presentar la candidatura para la sede del 2020, no vaya a ser que entre en liza algún país africano (Sudáfrica, el único posible) En esa tesitura es mejor retirarse a tiempo, porque entre la limosna al pobre y el premio al mejor, ya estamos viendo que se optará por lo primero.
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