|
Laberinto de Conspiraciones (y II)
26.09.09 EPOPEYA - Escrito por: Eduardo Luna
Durante unos días, la niebla de los sucesos seguía ocultando identidades, voces, miradas, sospechosos, intrigas, todo un escenario colosal que hacía vibrar los cimientos morales de la ciudad. Lo que parecía ser una velada apacible y rendida al descanso se convirtió en un rompecabezas informativo y policial de primer orden. A la una de la madrugada, se escucharon más de cuatro explosiones en todo el centro de la ciudad. Sombrero, abrigo, una libreta en blanco y un bolígrafo para escribir lo que parecía ser la noticia del año. Bomberos, ambulancias, policía, periodistas, todo en un punto distinto de la ciudad de la plata que se convirtió en odio con vestido largo para la ocasión. Una oficina bancaria, un centro de investigación y prevención de enfermedades extrañas, una gran superficie dedicada a la alimentación y la casa número 77 de la calle Bulevar´s Song. La casa de Roger Stephen, dónde dormía placidamente su familia, que por fortuna pudieron salvar la vida en el último instante antes de que el techo se cayera a pedazos. Todo ello propiedad particular del ex – senador.
Un buen número de coches pintados de negro y amarillo, recorrían la ciudad disparándole a las farolas, escaparates, bares de nostalgias y presagios y todo lo que encontraban a su paso. De callejón en callejón escape del caos que se había apoderado de la ciudad hasta llegar a la escalera principal del ayuntamiento. Un comité de crisis estaba reunido en el despacho de Greta Brown, sólo una luz encendida, sólo unas sombras que dejaban ver el desconcierto por el que pasaba la sociedad urbana. En cuestión de segundos, la caravana destructora de vehículos llegó hasta la escalera principal del ayuntamiento. De uno de los coches, emergió una figura desgarradora, sombrero, gabardina y un rostro desfigurado por el dolor, el odio y la venganza. Chris Moon, era él, la figura enigmática, El Arlequín. Pude hacer dos fotografías mientras ascendía por las escaleras de la casa de la burocracia aburguesada de Brown. La tercera no pude, un arma apuntaba a mi boca y otra a mi nuca. Entendí que podía ser el fin o el principio de una nueva vida. Los esbirros de Moon, me amenazaron, me dieron un par de puñetazos, me robaron la cartera, la cámara y la libreta dónde dormía la historia. Después me dejaron allí sangrando con la nariz rota pero con espíritu de poder contar todo lo que ocurría. Moon, se dirigió a todos los presentes con un potente altavoz y empezó a relatar el daño que le había infringido Roger Stephen. –Me dejó sin trabajo, me humilló durante más de veinte años, yo conocía todas y cada una de sus tramas y conspiraciones secretas para manejar como marionetas a sus víctimas morales. –Pero ahora, pagará él y todos vosotros que permitís que cada día la indigencia, el odio, la venganza, el dolor, la envidia, la muerte, se apoderen de nosotros gracias a este tipo de políticos corruptos como Stephen. Todo se convertía en crónica de una espectacular noticia. Moon VS Stephen. El Arlequín enigmático contra el político que supo engañarnos a todos mientras mecía la cuna de la corrupción a su antojo y sin reservas. Aunque no tenía sentido el mal que asolaba la ciudad gracias a este tipo perturbado, esquizofrénico y malvado, que tenía un algo intrínseco que lo hacía especial y necesario. En todo aquel desastre apareció Stephen para aplacar al arlequín. La sed de odio desgarrado propició que ambos se miraran fijamente durante un segundo para después caer de rodillas Stephen, atemorizado por los ojos del arlequín. –Irás a la cárcel Moon. –Y tú irás al infierno Stephen, fueron sus últimas palabras.
Se escuchó un disparo seco y silencioso. Alguien había disparado, un francotirador escondido en otro mundo distinto al que reinaba en ese momento. La bala atravesó la cabeza de Moon y por la cercanía también la de Stephen. Los dos cayeron desplomados y la policía detuvo a todos sus esbirros confiscando todos los coches robados que llevaban. Los dos yacían juntos en las escaleras, los dos se llevaron una historia desgarradora que jamás conoceremos en profundidad. Los dos protagonizaron unos días colosales en la ciudad y en el ánimo de la misma, que se sintió viva gracias al miedo. El Arlequín llevaba una carta de despedida en la gabardina, entendió que podía ser su última noche. Relataba que el mal nacía de él por culpa de otro ser humano. Que recordaba a sus padres cada noche al amanecer. Que buscaba lo único que le quedaba, la venganza. Que amaba a la ciudad que los despreciaría por su aspecto. Enternecedor. Stephen sólo llevaban en el bolsillo de la chaqueta un cheque en blanco para comprar el odio de Moon. Conspiraciones, víctimas, soledad, un laberinto que conspiraba sobre sí mismo a la sombra de Epopeya.
|
|
|
|
|
|