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Dedicación a la Virgen de la Sierra
05.09.09 - Escrito por: Ildefonso Moreno Juliá
Cabra se engalana como cada año para acoger y venerar a Ntra. Sra. de la Sierra. Días tan grandes, el 4 de septiembre la bajada del Picacho y entrada triunfal en la ciudad y el día 8, la fiesta mayor, la Natividad de la Virgen, día de la Patrona. Al celebrar su llegada, que llena de gozo a Cabra y a los egabrenses, bueno es renovar nuestra fe a la Santísima Virgen y abrirle el corazón. Y si siempre está entre nosotros, ahora su presencia y cercanía nos llenan de emoción.
Enseguida se vienen a la memoria acontecimientos vividos y celebrados en torno a la Virgen: su Coronación Canónica, inolvidable y feliz; los cien años de la declaración pontificia de patronazgo y el cincuenta aniversario del título de Alcaldesa perpetua de la Ciudad. Todo ello refleja el sentir, la veneración y el fervor que Cabra y los egabrenses sentimos hacia nuestra Patrona.
Es ese algo especial que tiene la Virgen de la Sierra; la historia de Cabra nos la describe maravillosamente, en alusión a la Virgen dice: “de frente espaciosa y serena, nariz pulida, boca perfecta y pequeña, ojos azules, con mirar rápido y agradable, color sonrosado, barba pequeña, y manos también pequeñas y dedos alargados y proporcionados; y lo más importante, que es impresión general, encontrarle cuando se contempla, un algo misteriosos que parece envolverla y que produce los más elevados pensamientos y las más complejas abstracciones”.
Nada de esto es raro, nos lo dice San Lucas en el Evangelio: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo, no temas María, porque has encontrado gracia ante Dios”. Si nos paramos y pensamos un poco, vemos que también el Señor está con su imagen, venerada durante siglos y conservada en una cueva durante más de cinco siglos también, habiendo llegado hasta nuestros días con intacta expresión de bondad y el reflejo envolvente de la Belleza de Dios.
Santa María la Mayor hasta el año de su ocultación, el 714 y con la advocación de Ntra. Sra. De la Sierra desde su descubrimiento en 1237. Siglos y siglos que su antiquísima imagen ha presidido y guardado la vida de Cabra y los egabrenses. Sin duda el Altísimo ha obrado maravillas en ella. Nos acercamos a una fecha clave: el 2014. Mil trescientos años de su ocultación por aquellos cristianos intrépidos que quisieron preservarla de la invasión musulmana y que, gracias a ellos, ha llegado a nosotros.
Justo es que Cabra celebrara la efeméride y, en acto solemne, hacer especial mención a aquellos cristianos que, con el obispo egabrense Arcesindo, llevaron a cabo tan feliz ocultación. Que la belleza de la Virgen se refleje en nosotros y que su amor y su bendita Imagen, nos lleven a Dios.
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