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Aceptación de la legalidad vigente
14.07.09 - Escrito por: Vicente Rafael Moreno López
Hay personas que hacen del cumplimiento de sus obligaciones legales casi una religión. No cumplen estas obligaciones por miedo a posibles sanciones, sino que, convencidos de la conveniencia social de este cumplimiento, las asumen de manera ejemplar. Y lo hacen en asuntos importantes y en otros que pueden parecerlo menos. Son ciudadanos ejemplares. Abundan en nuestra sociedad, aunque no en la cantidad que sería conveniente y necesaria.
Hay otros, que por desgracia abundan más, a los que la existencia de las leyes no les importa y mucho menos su cumplimiento. Les molesta tal o cual disposición legal y hacen lo imposible para no cumplirla, eludiéndola o haciendo lo contrario de lo que está ordenado.
Todo lo establecido legalmente tiene que ser cumplido, especialmente aquello que exige la Constitución, que libremente nos dimos los españoles con nuestro voto.
Democracia, forma de gobierno, división territorial, relaciones con la Iglesia Católica, lengua oficial y otras lenguas, signos representativos del Estado y algunos asuntos más que emanan de nuestra Carta Magna, deberían ser asumidos y respetados por todos de manera especial.
Estoy convencido de que padres, educadores, jueces, eclesiásticos y también políticos, tienen, tenemos, en este asunto, una responsabilidad especialísima y ejemplar.
Debemos dar ejemplo en el cumplimiento y aceptación de las leyes, pero por desgracia no siempre es así. Determinadas Comunidades Autónomas, Ayuntamientos y algunas otras instituciones, son ejemplo constante de desobediencia. Banderas, lengua, rotulación de calles, normas educativas, son asuntos que se tratan a veces según la conveniencia de aquel o aquellos que tienen capacidad de decisión.
El incumplimiento de las normas o leyes es siempre negativo, pero, es además peligroso cuando afecta a temas tan importantes y trascendentes como es la Educación. En Cataluña se acaba de aprobar una Ley que, según algunos periódicos publican, acosa al español y está por encima de la Ley ya establecida. Si es así, no debe permitirse su puesta en marcha, ya que hay procedimientos para impedirlo.
Debemos ser obedientes con la Ley en pequeños asuntos, como ejercicio para asumir aquellos que puedan tener mucha más trascendencia.
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