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El salto de la reja
02.06.09 SIN ADITIVOS - Escrito por: Felipe Osuna Manjón-Cabeza
Ya se fue mayo, mes de María, con su colorido y fiestas, con sus patios engalanados, sus cruces (amenazadas por algunos hosteleros), sus flores y alergias. Ya se fue mayo con los peregrinos cruzando los senderos, el calor que anuncia el estío y nubes de polen que se lleva el viento. Mayo, explosión primaveral que alegra los sentidos al escuchar un cante por las arenas, bien del camino bien de la feria, con los volantes danzando al viento y los romeros saltando la reja ante la Virgen del Rocío.
¡Ay mayo! que este año te vas con pena de este pueblo, recordando a aquellos que se fueron por enfermedad y en la cruel carretera. Te vas sin comprender a quienes atentaron contra nuestras verbenas, aquellas que celebradas bajo una cruz engalanada de clavel y lentisco son otro de los signos de identidad de esta tierra. Seguro que tampoco comprenderás a quienes hicieron uso de la dictadura para impedir que la cultura de la política –signo principal de la democracia- entrara en muros centenarios que, por otra parte, fueron agraviados por quienes se definen como garantes de la libertad y… del progreso. ¡Qué lástima!
Pero no todo son lamentos en este florido mes de flautas y tamboriles, de verbenas y sevillanas… Con satisfacción vio la luz hace unos días una noticia esperada por muchos, detestada por otros, que va destinada a ponerle freno a las salvajadas que atentan contra nuestro jardín singular. Ese Edén decimonónico y romántico donde acudimos en el estío a apaciguar nuestro calor en las noches de julio y agosto. Un lugar en el que resulta un autentico gozo dejar escapar los sentidos con el canto de los pájaros y el son de las hojas frotadas unas contra otras mientras danzan al viento. Un lugar pintoresco que, de vez en cuando se altera, con la presencia de motocicletas, pintadas, basuras y farolas rotas. Para evitar parte de la sinrazón que amenaza a este parque, orgullo de los egabrenses, el Ayuntamiento ha decidido cerrarlo de madrugada, tal y como se venía haciendo en décadas pasadas, tal y como se hace en otros parajes característicos de nuestra capital como los Jardines de Colón y los Jardines Juan Carlos I.
Esperemos que de este modo los vándalos desistan en entrar a destrozar lo que es de todos mientras los árboles duermen. No obstante y por si alguno lo intentara, no creo haya que lamentar que algún cretino "se los retuerza" entre las lanzas de la verja del Paseo, mientras intenta -colocado de alcohol y otras sustancias- hacer, a su estilo, el salto de la reja. Esperemos que esta medida (aunque tardía en llegar) sirva para concienciar a esos jóvenes delincuentes y a esas mujeres mayores que arrancan las flores desde la raíz para plantarlas más tarde en macetas y así comprendan que, por su puñetera culpa, al Paseo volverá este verano el «toque de queda».
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