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La puta de la cabra
08.05.09 - Escrito por: José Manuel Jiménez Migueles/ Felipe Osuna Manjón-Cabeza
"La madre que la parió. Yo tenía una cabra que de puta se murió". Si sabio es nuestro refranero, no lo es menos el cancionero, que hasta en los versos más cutres ya advierte del peligro que supone el excesivo celo profesional de las antiguas meretrices, hoy putas, que sólo pueden venderse lo justo, de lo contrario, se devalúan. Explotan.
Algo parecido puede estar ocurriendo con la Asociación de Hosteleros de nuestra cada vez más ridícula ciudad. Una Asociación creada hace poco para defender los derechos de sus asociados y que, escuchando al pueblo, más bien parece que está dejando por los suelos la buena imagen de un sector que durante muchos años ha trabajado denostadamente para contentar a una clientela, por lo general, numerosa y generosa con los buenos comercios de Cabra.
Y es que en los últimos meses desde esta Asociación se ha venido avasallando los intereses de las Hermandades y Cofradías de Cabra, “el colectivo social más numeroso de Cabra”, alcaldesa dixit y concejala de Feria y Fiestas también dixit. Y se ha venido avasallando porque han pretendido cerrar los cuartelillos de la forma más radical posible, criminalizando a todos aquellos que dedican su tiempo libre a engrandecer, humana y patrimonialmente, la Semana Santa de Cabra. Y, para colmo, tras ver cómo la Policía Local realizaba rondas cuaresmales los viernes y los sábados, tras ver la patética forma de aparecer día sí día también en el Ayuntamiento los días previos a la Semana de Pasión para protestar por los cuartelillos (al fin y al cabo, parece ser que no sólo a los cofrades les gusta un Vía Crucis), tras ver cómo diversos comercios han explotado el mes de abril y han vendido a la calle todo el alcohol que han querido, haciendo de la Carrera Oficial y de la calle Martín Belda el mayor botellódromo consentido que jamás haya conocido esta ciudad, ahora resulta que encima amenazan con denunciarnos, y según se puede ver en La Opinión de Cabra, de 4 formas distintas y ante 4 administraciones distintas. Ahí es nada.
La decisión está en nuestras manos: podemos abrir las casas de hermandad cuando queramos y que denuncien cuanto quieran, que aquello es privado y sólo entran mis amigos; podemos abrir bares de verdad y como nuestros camareros serían por amor al arte, poner los cubatas a 2´50, con dos cojones ahí; podemos mandarles a tomar por culo del tirón, o conocer la lista de quienes están en contra de la apertura de estas efímeras instalaciones y que cada uno de nosotros actúe en consecuencia y en responsabilidad.
O podemos pedirle al Ayuntamiento que de verdad ejerza como tal y como efectivo mediador. Y que ponga a la Asociación de Hosteleros en su sitio. Y que al presidente de la misma, que en su momento (año 2003) fuera miembro de lista del PSOE para el gobierno de nuestro pueblo, le recuerde el inmenso daño que todo esto puede hacer a su propio partido y a su propio establecimiento, porque Cabra, como Roma, no paga traidores. ¿O si?
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