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De rosa palo
07.07.2008 - Escrito por: Eduardo Luna Arroyo
El odio quiso invitarme a jugar una partida de mus, pero preferí escribirle versos a la luna menguante y mofarme de las agujas del reloj que me increpaban y perturbaban el placer de una mirada al presente con desprecio al pasado. Las campanas del reloj de la Plaza Black´s Angels sonaban al mismo ritmo que caían los trozos de hielo en un whisky añejo del 95. Faltaban horas para salir camino del aeropuerto pero el destino me deparaba una noche llena de rosa y añil, de caramelo ácido y cigarrillos de épocas pasadas. En Old Queen, un pub sólo apto para viajeros sin destino, se mascaba algo distinto, Sara, Jim, Anthony, John, los ricos de la calle 46 que daban dos vueltas a la ciudad antes de engañar a sus parejas para que todo el mundo supiera que ser rico no es ser feliz. Harry, me envío una nota con un chico, un inmigrante español que había contratado meses antes, dónde ponía, -maldito seas, ya no quieres saber nada de tu gente-. Con una sonrisa y un brindis a través del cristal, Harry me perdonó, al menos por unos minutos. Pero llegó el momento, Bárbara, una antigua concejal del partido conservador y contraria a todas las políticas sociales que tuvieran que ver con el amor entró a aquel pub, de sentencias nocturnas, con Jane, otra antigua concejal pero en este caso del partido comunista independiente (otro raro invento para vivir de los impuestos de los pobres ciudadanos).
Dos mujeres juntas, de signos políticos contrarios, no sería nada extraño por que podía ser que quedaran para cenar o tomar una copa. Aunque en este caso algo cambiaba la situación, entraron de la mano y se dieron un beso en los labios que estremeció hasta el alma fría y cruel de Quentin (el antiguo alcalde), un gusano de la política local que estaba allí con dos prostitutas de lujo y un habano corrupto y miserble. Yo, en ese momento sonreí, con los labios cerrados tarareé One de los U2 y me dije, bomba social y política, los problemas que no se arreglan en el parlamento, se arreglan en la cama. Las dos iban vestidas igual, de Rosa Palo, con zapatos de channel y pendientes del barato, un mercado que montan en la imaginación de los pobres pero al que sólo acceden los desalmados que viven de explotar a los débiles. La música dejó de sonar y el pianista de Old Queen, bebió su último trago antes de recibirlas y darles la enhorabuena. Que fotografía más real y más divina, como el ser humano. Dos mujeres, exhibiendo su amor con mil diferencias en sus ojos y un solo deseo en el filo de su ropa interior. Nadie hablaba, todos pensaron que aquello era broma o que habían trasladado al verano el día de acción de gracias. Mientras tanto, yo esperaba atónito el momento de acercarme a ellas. –Buenas noches, Ladys; -No te esperábamos hoy aquí. –Mira por dónde, tenía un presentimiento dulce y embriagador. –Vas a sacar tajada de todo esto?. –En absoluto, por fin dejáis de ser estatuas ante la opinión pública y sois damas y caballeros, oficial y cabo, mujer y mujer, unidas por un amor común y pasional. –Todos nos miran, nos odian, somos raras, extrañas, pensarán la mayoría de ellos, pero de momento nuestra relación es más de sexo que de amor eterno. Sois valientes, me gustáis, hacéis buena pareja y vuestros maridos eran aburridos, arrogantes, sucios y no les gustaba bailar desnudos en el salón de casa.
Una duda, ¿porque venís las dos de Rosa Palo?. Hemos elegido este color porque nos sentimos rosas vivas tras marchitarnos mirando hacia otro lado mientras hacíamos el amor con dos monstruos de las finanzas que crecían mientras el pobre no llenaba ni el primer estante de la nevera. Ahora somos libres y jóvenes. Y la política que?. –Cada uno de nuestros presidentes nos ha mandado una carta para que nunca nos olvidemos de la lealtad a los ciudadanos pero que, nos pagaba a nuestro cargo unas indefinidas vacaciones al sur, allí dónde nuestro sueños se harán realidad lejos de la gestión pública. Las dos me miraron fijamente y me dijeron, tómate una copa y baila con nosotras. La política querido amigo, está vacía, el amor no es un principio y la libertad tampoco. Como es normal, aquella noche acabo tarde, no bajé a la estación, estaba satisfecho, una pareja de tres me emocionó y limpió mi conciencia. Buenas noches a todos.
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