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Se abrió el telón pasadas las 20:00 horas, y el primer golpe de batuta comenzó con Yakka, una de las obras más conocidas de J. R. Pascual-Vilaplana, compositor y director valenciano muy ligado al repertorio de banda sinfónica. Pasodoble estrenado en julio de 2007 en el Palau de la Música de Valencia, la banda mostró desde el primer compás un sonido firme, con fuerza y potencia, equilibrado y bien articulado. Destacó especialmente la intervención de Carmen Pavón con el saxo alto, cuya línea solista aportó brillo y elegancia al entramado de este pasodoble, subrayando la riqueza tímbrica de la obra. Yakka es una marcha mora concebida para las Fiestas de Moros y Cristianos de Yecla (Murcia). En estas fiestas, típicas y arraigadas en la zona levantina, es común encontrar marchas tanto para el bando cristiano como para el bando moro. En este caso, Yakka es el nombre que recibe una antigua fortaleza y poblado musulmán predecesor de la actual ciudad de Yecla, motivo por el cual esta obra sinfónica de inspiración morisca gira en torno a un lenguaje modal de tintes árabes.
El cambio de carácter llegó con Jewish Soul Fantasy de Y. Povolotsky, arreglo de Miguel López León, y con los clarinetistas David Roldán y Víctor Herrero como solistas, impecables tanto en afinación como en expresividad en cada pasaje virtuosístico que presenta la obra. Su diálogo, lleno de inflexiones propias del repertorio klezmer, se vio realzado por una banda siempre atenta a su director, que supo sostener los planos sonoros respetando en todo momento a los solistas y con un acompañamiento muy bien equilibrado. Se trata de una fantasía basada en melodías judías tradicionales, combina escalas frigias y armónicas típicas de la tradición hebrea y ornamentación al estilo klezmer (glisandos, mordentes, portamentos...) con contrastes fuertes entre secciones festivas y otras de carácter más introspectivo. Queda sobradamente reflejado en esta versión, y en muchas otras, el gran dominio y maestría de la orquestación e instrumentación por parte de su arreglista y director, Miguel López. Hubo muchos aplausos, especialmente para los solistas ya que interpretaron un papel muy virtuosístico con total maestría, fueron obsequiados por parte de la Asociación Banda de Música de Cabra con unos ramos de flores, entregados por su presidente Rafael Sabariego Borrallo, y por Ángela Padillo, vocal de la junta directiva.
El Divertimento de Vincent Persichetti, es una composición original para banda y una de las primeras obras maestras del repertorio para banda sinfónica, es relativamente moderna (compuesta durante el verano de 1949 en El Dorado, Kansas). Consta de seis números muy breves, con sonoridades bastante incisivas y afiladas, juega con los ritmos y con texturas en bloques, según explicaba el propio director, que fue comentando el repertorio y añadiendo interesantes reseñas previas a cada interpretación. En el tercer movimiento, el flautín de Ángela Padillo brilló con limpieza y precisión, resolviendo pasajes de gran agilidad con seguridad. En el cuarto movimiento, las tubas y el contrabajo ?Luis Aguilar, Rafael Sabariego Borrallo y Rafael López ? ofrecieron un soporte sólido, de afinación estable y presencia bien medida. El quinto movimiento contó con un excelente solo de Víctor Campillos a la trompeta, de sonido redondo y fraseo muy cuidado, uno de los momentos más destacados del Divertimento. Se apreció un gran trabajo por parte de la banda y pudimos disfrutar de las distintas posibilidades tímbricas y el uso camerístico de los grupos instrumentales de cada sección. Gracias a esta composición, Persichetti consolidó la banda como un medio válido para la música de concierto seria.
El concierto continuó con dos obras de un compositor australiano poco conocido, Percy Grainger, Molly on the Shore y Lincolnshire Posy. Miguel López comentaba al público que se trata de un compositor un tanto especial y excéntrico, se vino a Europa y recopiló diferentes cantos populares especialmente de lo que hoy es Reino Unido. Este señor fue pionero en muchos ámbitos, pero no se le reconoció y él incluso en vida lo dijo. Fue uno de los primeros en grabar en discos de cera estos cantos populares, antes incluso de que lo hiciera el compositor rumano Béla Bartók, que fue el que realmente se llevó el reconocimiento. De sus excentricidades, Miguel López comentó que se trataba de una persona un tanto especial ya que fundó su propio museo en Australia, y estando en Europa iba enviando objetos a este museo. Mandó una serie de cajas en las que ordenó que no se abrieran hasta que él falleciera, y cumplido su propósito, en el interior encontraron unos látigos hechos por él mismo con puntas y trozos de batutas de director con los que se autoflagelaba, según comentaba López León, para que imaginásemos la mente de esta persona. También diseñó ropa e inventó el sujetador deportivo. En el campo musical, fue la primera persona en juntar en un mismo espacio dos orquestas diferentes interpretando a la vez repertorios distintos con directores diferentes, justo eso hace en su ballet Los Guerreros. También fue de los primeros en experimentar con la música electrónica.
Molly on the Shore, fue compuesta en 1907, de estilo reel, danzas basadas en melodías folclóricas irlandesas. La banda aportó ese carácter muy vivo, rítmico y virtuoso que exije la partitura y el estilo elastic scoring de Grainger, con texturas flexibles y colores en constante cambio. La sección de clarinetes ?con intervenciones especialmente brillantes de Gabriel Luna, Ana y Esther Rosillo? mostró agilidad y claridad en los pasajes más ornamentados. También destacó la trompeta de David Mora, segura y expresiva.
La ambiciosa Lincolnshire Posy, obra maestra de Grainger compuesta en 1937, es una pieza original para banda y supone un auténtico examen para cualquier formación de este tipo. Basada en melodías de temas populares del Condado de Lincoln, de ahí su nombre, y Posy, que traducido es ramillete de flores, se traduce por tanto como El ramillete de flores del Condado de Lincoln. Contó con interpretaciones especialmente meritorias, en el segundo movimiento, David Mora hizo un solo de trompeta de gran seguridad y musicalidad. El tercer movimiento, pieza desafiante para la banda, tanto, que en el estreno este movimiento resultó un desastre absoluto. Con su escritura en canon, puso en primer plano a varias voces de la madera: el flautín de Ángela Padillo, el requinto de Encarnación Moreno, el clarinete de Gabriel Luna y el clarinete bajo de Sandra Zafra, todos ellos perfectamente interrelacionados. Asimismo, el solo de trompeta de Víctor Campillos aportó fuerza y carácter, resolviendo con precisión una de las intervenciones más expuestas de la obra. En el quinto movimiento, David Mora volvió a destacar en un solo de gran proyección y firmeza, concluyendo con el sexto movimiento de carácter festivo y brillante, con un cierre basado en un baile tradicional.
El concierto concluyó con La Procesión del Rocío op. 9, compuesta por Joaquín Turina en 1912 durante su periodo de estudio en la Schola Cantorum de París. En esta ocasión se interpretó el arreglo para banda de Alfred Reed, que la formación egabrense solventó con amplitud sonora y sentido narrativo. La flauta de Claudia Canela aportó dulzura y brillantez en su intervención, mientras que los solos de trompeta de Víctor Campillos y David Mora resaltaron sobre un acompañamiento muy bien equilibrado, contribuyendo al ascenso progresivo y al clímax final que caracteriza la obra. Destacó y señaló su director, que fue el propio Turina el que incluyó el Himno Nacional de España en su composición, y no un añadido posterior de otros arreglistas. Recibieron muchos y merecidos aplausos, cerrándose así el telón y finalizando un año más una cita ineludible que nos ofrece cada año la centenaria institución musical Asociación Banda de Música de Cabra en el Teatro El Jardinito de Cabra.
A pesar de la menor afluencia debido a la lluvia, la impresión general fue clara: la Asociación Banda de Música de Cabra afrontó un programa de enorme dificultad técnica con profesionalidad, musicalidad y un evidente crecimiento colectivo gracias a la elección de este tipo de repertorio, que hace crecer a esta formación musical egabrense. La dirección de Miguel López León, firme, rigurosa, detallista y siempre atento al equilibrio interno, se reflejó en la cohesión de la banda y en la seguridad con la que se abordaron las páginas más complejas.
Filmó el concierto Atalaya Televisión y podremos disfrutarlo de nuevo en diferido, afortunadamente y gracias a la televisión local, los que estamos en la distancia, podemos disfrutar la vasta y rica vida cultural local como las Jornadas de Novela Histórica, el VII Ciclo de Órgano, o los actos en honor a Santa Cecilia programados por el Centro Filarmónico Egabrense previstos para los próximos días 21, 22 y 23 de noviembre.
Me gustaría terminar esta crónica parafraseando a Mateo Olaya Marín como en su último artículo publicado en este diario, "Ojalá esta crónica la hubiera podido hacer quien tantas veces redactó a lo largo y ancho de la vida de nuestro pueblo, como un perfecto notario de los acontecimientos musicales que se han dado durante varias décadas en Cabra", In Memoriam Rafael Nieto López.
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