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Génesis y consecuencias de un soneto
08.04.14 - Escrito por: Rafa Linero
"Un soneto me manda hacer Violante / que en mi vida me he visto en tal aprieto..." decía Lope de Vega y mentía descaradamente porque de ese aprieto ya había salido muchas veces y, además, de forma airosa. También parece que no decía la verdad en lo de que el encargo lo hiciera una tal Violante, pues parece que ésta nunca existió.
Pero finjamos que esa mujer era real y que no fue una mera excusa para que su nombre rimara con ciertas palabras que aparecen en los versos como delante, consonante y espante, y que le pidió un soneto y no otro tipo de poema, no porque rimara con aprieto, cuarteto y terceto, sino porque le gustaba la métrica italiana.
Pues bien, ante tal desafío, al Fénix de los ingenios se le ocurrió que sería interesante construir ese soneto explicando paso a paso su estructura y, quizá sin proponérselo, creó todo un género literario que sirve tanto para relato, poesía o artículo periodístico: escribir sobre el propio proceso de escribir, hacer arte cuando no tenemos nada de qué hablar, en definitiva, crear sin inspiración.
Ya os he desvelado el secreto, todos los escritores tienen un cuento guardado sobre este tema, todos los periodistas un artículo, a la espera de ser soltado en los terribles momentos en que la parte del cerebro donde reside la creatividad se declara en huelga o decide tomarse un descanso del dolor insoportable que produce el arte.
Ese escrito es una bala en la recámara cuando ya no tenemos armas para luchar contra el vacío, contra el silencio, contra la nada, tres caras de una moneda terrible e imposible, que es el enemigo irreconciliable de todo creador. El único problema es que esa bala es única. Si queremos que cumpla con su cometido y sea letal, definitiva, sólo se puede usar una vez.
Aunque si no nos importa que nuestros disparos atraviesen sin causar daño, fantasmalmente, como los del cine, podemos apretar el gatillo cien, mil veces. Pero en ese caso nuestras palabras saldrán sin fuerza y llegarán con menos aún. No tendrán valor, como las advertencias de que viene el lobo proferidas por el pastor mentiroso del cuento, como las palabras de amor de un polígamo inconfeso, como el testamento de un ser inmortal.
Félix Lope de Vega y Carpio, quizás ajeno a estas reflexiones, finaliza el poema con la frase "contad si son catorce, y está hecho", haciendo referencia al número de versos que se le suponen a un soneto. Yo, sin embargo, doy por terminado este escrito sin atreverme a pediros que contéis mis torpes palabras.
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