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En el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor
22.04.14 - Escrito por: Lourdes Pérez Moral
La UNESCO invita a todas las mujeres y a todos los hombres a mostrar su apoyo al libro y a todos aquellos que escriben y producen libros. Este es un día para celebrar el libro como la materialización de la creatividad humana y del deseo de compartir ideas y conocimientos, de inspirar entendimiento y tolerancia.
Irina BOKOVA.
Dos grandes revoluciones: la imprenta e internet. Ambas con repercusión en la sociedad. Ambas capaces de modificar la forma de crear, obtener, preservar y diseminar el conocimiento. Ambas monopolizadas y no exentas de abusos palmeados y tolerados. Una, de uno a muchos. Otra, de muchos a muchos. De una, la imprenta, seguimos siendo beneficiarios. De otra, internet, vislumbramos aplicaciones aunque desconocemos duración. Toda una sugerente relación que quizás sea tratada en otra ocasión, ahora, sólo la primera de ellas: capaz de producir no ya un número de lectores potenciales sino también mayor facilidad para acceder a la lectura en aquellos otros que, tradicional y obligatoriamente, habían estado apartados de la misma.
Fue en la segunda mitad del siglo XV cuando el invento de Gutenberg generalizó su difusión. Por una parte el libro impreso adquirió los caracteres que, sin alteraciones esenciales, ha conservado hoy y, por otra, el comercio librero alcanzó proporciones insospechadas. El libro se había transformado en vehículo de cultura.
Ironía o realidad, las copiosas alusiones cervantinas revelan como la lectura fue una necesidad social. La difusión de impresos, alcanzaría no sólo a letrados sino también a iletrados ávidos de familiarizarse con el nuevo invento aunque no para todos: las críticas de Vives a los libros en manos de mujeres ("no sólo sería bien que nunca hubieran aprendido letras, pero fuera mejor que hubieran perdido los ojos para no leer y los oídos para no oír") todavía tienen adeptos.
Paradójicamente los libros de caballerías marcaron la pauta y ya, en la primera edición ilustrada de "El Quijote", el editor tuvo a bien recordar: "si en todas las impresiones de España solamente se había impreso su "vida" en letras, yo la ofrezco grabada también en estampas para que no solo los oídos, sino también los ojos, tengan a recreación de un buen rato y entretenido pasatiempo".
Sin embargo la censura entró en juego. El dictamen que se hacía o daba acerca de una obra tiene su lógica si tenemos en cuenta que los libros constituían entonces, lo mismo que ahora, el vehículo ideal para la difusión de actitudes doctrinales, corrientes de pensamiento e ideologías que podían ser consideradas peligrosas, cuando no abiertamente condenables, por los poderes constituidos. De esta forma lectores, compradores, libreros e impresores eran salvaguardados, primero, de forma preventiva a través de regulaciones jurídicas, después, implacablemente cuando el libro estaba publicado y en circulación utilizando como instrumento, precisamente, el arte de imprimir. Fue lo que algunos denominaron la lucha entre poderes con las puertas entreabiertas y los libros de por medio pero, claro, con verbos más recurrentes.
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