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"Cartilla de cazadores para aprender la teoría de la caza" de Carlos Hidalgo Ortiz de Zugasti (Madrid, 1868)
16.07.15 - Escrito por: Biblioteca histórica Aguilar y Eslava
Nuestro Libro de la Semana, "Cartilla de cazadores para aprender la teoría de la caza", formó parte de la biblioteca personal de Martín Belda (1820--1882, ministro de Marina y presidente del Congreso de los Diputados). Fue donado a la biblioteca Aguilar y Eslava por el ilustre egabrense al dejar escrito en sus disposiciones testamentarias que los libros de su biblioteca particular se legaran al Instituto de Cabra. El manual, encuadernado lujosamente, con pan de oro en los cortes, contiene diez hojas de fotografías de Gutiérrez: ocho vinculadas a la caza, una que constituye la portada adicional y otra que corresponde a un retrato del responsable del tratado. Tiene la particularidad de una dedicatoria manuscrita del escritor Carlos Hidalgo Ortiz de Zugasti: "Al Excmo. Sr. D. Martín Belda, en prueba de amistad y cariño. El Autor".
El libro lo brinda Hidalgo, de forma muy educada, a "S.A.R. el Serenísimo Señor Príncipe de Asturias", considerándose su "respetuoso y apasionado criado" (por la fecha de publicación, 1868, se refiere al que sería más tarde Alfonso XII), juzgando que su trabajo "no es una obra clásica digna de figurar entre las que compondrán el escogido catálogo de cuantos autores, así nacionales como extranjeros, hayan consagrado sus vigilias para presentar a V. A. la perfección de la ciencia a la altura de los modernos adelantos", pero cree que su "Cartilla de cazadores para aprender la teoría de la caza" podrá servir al menos de "agradable descanso de otras tareas más serias" viniendo a ser un "débil testimonio del acendrado amor y del profundo respeto y reconocimiento que debe a las bondades de los Augustos Soberanos los Padres de V. A."
Antes de iniciar el texto sobre la teoría de la caza, se ofrece al lector un prólogo donde se habla brevemente del origen y ejercicio de la cacería, desde los primitivos pueblos que nos refiere la historia, a los cuales los frutos naturales de la tierra no eran suficientes para satisfacer su alimentación y se tuvieron que dedicar a la caza y la pesca, hasta la Edad Media, período en el que la caza tomó un carácter especial con el invento de la cetrería o caza hecha con halcones. En esta época fue célebre el arte de la halconería o cetrería, siendo por espacio de mucho tiempo uno de los atributos de la monarquía y de la riqueza.
En la actualidad (1868), explica Carlos Hidalgo, "la caza no presenta el carácter de la Edad Media; hoy el cazador, armado con escopeta y acompañado de un buen perro, no tiene precisión de otro auxilio; y esta necesidad en satisfacer un placer que a menudo degenera en pasión, ha contribuido no poco a abandonar otro género de cacería más peligrosa y menos fecunda en resultados positivos". Incide nuestro autor en sus comentarios observando que hemos de distinguir al cazador del tirador: "El cazador, si lo es consumado, debe saber, aún por la primera vez que pise un monte, dividir el terreno a golpe de vista para las batidas que quieran darse; cuáles son los parajes y querencias de la caza mayor; sus encamos; los mejores puntos para las atalayas; colocar las escopetas, no sólo para poder tirar las reses, sino principalmente para la seguridad de los cazadores, a fin de que estos no puedan dañarse unos a otros con los tiros; conocer las heridas de las reses por la sangre que dan, marcando el rastro que debe seguirse y paraje en que deben encontrarse, bien sea res de pelo o cerda. Lo mismo debe saber para los ojeos de caza menor, tanto de pelo como de pluma". Al tirador, indica Hidalgo, le incumbe en cambio el acierto en los disparos, relatando que "generalmente se dice, Fulano es gran cazador, pues mató de siete tiros cinco perdices, confundiendo al cazador con el tirador". En su estudio pone de manifiesto la diferencia entre ambos y considera que el tirador es el complemento del cazador.
El tema de la veda, el espacio de tiempo en el que está prohibida la caza, es ejemplarizado por la actitud y comportamiento del marido de Isabel II, rey consorte de España (1846-1868): "Nuestro Soberano el Rey D. Francisco de Asís, uno de los mejores tiradores, nunca caza en tiempo de veda, observando rígidamente los principios de sus augustos antecesores. Y ya que esta ocasión se me presenta, cumple al que escribe estas líneas pagar, en nombre del desvalido, una justa deuda a S. M. y a los beneficios que reporta la afición a la caza en los Reyes".
La "Cartilla de cazadores" se estructura en tres partes. Se inicia la primera hablando de la escopeta, de los diversos tiros, del traje del cazador, de los perros y de las enfermedades de estos animales y modo de curarlas. Después sigue un apartado dedicado a la caza de volatería en general, a las codornices, a las tórtolas, a las palomas, a las garzas, a las grullas, a las avutardas, a las perdices, etc.
La segunda parte nos acerca a conocer las señales probables para saber del tiempo, de los vientos, así como del conejo, de la liebre, del gamo, del corzo, del ciervo o venado, del jabalí y modo de cazarle y de la cabra montesa. En el apartado de las alimañas encontramos el lobo, la zorra, el gato cerval y montés, el tejón, el turón, la comadreja, etc.
En la tercera parte razona sobre las alimañas de pluma y reptiles: del águila real, del águila pequeña, del milano, del gavilán, etc. Contiene, también, un apartado para las aves de rapiña (nocturnas): búho real y reptiles.
Concluye su trabajo, Carlos Hidalgo, con un apartado titulado "De los dañadores de caza. Necesidad de aclaración del Código en este ramo". En él glosa la queja de algunos propietarios de posesiones dedicadas a la diversión de la caza, o a especulaciones de este producto como ramo de industria, de que el Código penal esté tan débil en cuanto a los dañadores de estas posesiones, tanto más numerosos y astutos cuando más aliciente proporciona a su lucro la abundancia del objeto de su codicia, añadiendo que "la moral pública está muy interesada en que disminuya el número de personas que se dedican a vivir de lo ajeno contra la voluntad de su dueño. El respeto a la propiedad debe garantirse más cada día. Hay deberes sociales que lo mismo obliga al gobierno, que a las autoridades, que al particular". En el último párrafo recoge que "es indispensable la formación de una ley especial de caza". Imaginamos que muchos de los problemas expuestos estén en la actualidad corregidos y mejorados.
En nuestra consulta al Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico Español, como viene siendo habitual, tan solo hemos localizado inventario un ejemplar que se localiza en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, Sevilla.
BIBLIOTECA HISTÓRICA AGUILAR Y ESLAVA
Libro de la Semana:
Hidalgo Ortiz de Zugasti, Carlos
Cartilla de cazadores para aprender la teoria de la caza... / por Carlos Hidalgo. -- Madrid : [s.n.], 1868 (Imprenta de C. Moliner y Compañia)
XXXII, 178, [5] p., [10] h. de fot. ; 22,00 x 15,00 cm
Port. adicional con front. grab. litogr. : "Lit. de Faure"
Láminas, fotografías de Gutiérrez
Donación legado Martín Belda
Enc. cart. forrado cuero con escudo
Cantos con pan de oro
Materia/género: Caza.
Otros responsables: Moliner, C., imp.
Lugar: España -- Madrid
Sig. Top.: 1771
[201528asc]
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