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Evocación del 4 de septiembre en Navidad
Manuel Mora Mazorriaga (1970)
Tú desciendes de tu ermita
de la Serranía cabreña,
hasta la ciudad que sueña
con su Patrona bendita.
Cuando llegas, Virgencita,
de la cumbre del alcor,
redobla alegre el tambor
y revolea la bandera
mientras dice Cabra entera:
«...no nos niegues tu favor».
Entre tanta algarabía
con qué garbo y qué donaire
vas iluminando el aire
con tu gracia, Madre mía.
En fervorosa porfía
nacida del corazón,
cual si hiciera una oración,
el pueblo junto a sus andas
quiere llevarte en volandas
al templo de la Asunción.
Desde este humilde rincón
vaya con todo cariño,
cuando va a nacer el Niño,
una felicitación
del que escribe en La Opinión
de esa Divina Serrana,
la que «a la Sierra nos llama»
con inefable ternura,
la que quiere con locura,
este pueblo que la aclama:
Madre amada de la Sierra,
¡No nos niegues tu favor!
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