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El espectáculo musical que dirige Daniel Casares ofreció un magnífico recital, deleitando al público asistente con una original evocación de la Pasión de Cristo donde el flamenco y la música de Semana Santa se conjugan en un alarde magistral de fusión y creatividad musical.
Palosanto es una voz en off que busca unir el flamenco con lo sacro, partiendo de la cruz de Cristo como raíz y origen. La guitarra es el eje fundamental en esta obra donde todo desborda originalidad y talento. Una guitarra construida con la madera del palo santo, a través de cuyas cuerdas Casares pretende representar el amor de aquel hombre que sacrificó su vida por nosotros. Casares busca en cada arpegio el amor, amando apasionadamente su guitarra. Amándola hasta zambullirnos con su embrujo en un concierto que emerge como un volcán de sensaciones.
La guitarra se va mezclando paulatinamente con una serie de elementos del flamenco que le son familiares, y a su vez con otros ingredientes externos, que vienen de otro mundo pero que se entregan a la inspiración de un músico que ha abierto un nuevo universo sonoro para la Semana Santa. En la primera parte destaca el diálogo que entabla continuamente la guitarra con las palmas y la percusión de un cuarteto flamenco que subió a pasos muy acelerados la emoción del patio de butacas, que tan pronto como contempló la obertura, quedó entregado sin fisuras.
Los rasgueos, el compás tan medido, y las armonías evocadoras se cruzaron con el sonido de la Orquesta Sinfónica de Triana dirigida por Manuel Alejandro González y un trío de cornetas de la conocida banda de las Cigarreras de Sevilla. Aquellos apuntes fusionados continuaban levantando asombros entre los asistentes, desarrollándose a máxima intensidad en cada pasaje, alternando momentos del solista con otros donde era acompañado por este elenco de artistas de primer nivel. Una genial saeta de Manuel Peralta y el baile magistral de Sergio Aranda levantaron un clamoroso aplauso cuando la obra entraba ya en su episodio final.
Aquí es cuando los tres pilares básicos puestos en escena (guitarra, orquesta y corneta) se unen estrechamente y encaran el resto de la obra con una brillante interpretación de las marchas "La Pasión", con la participación de la banda de cornetas de la Fuensanta y Caído de Córdoba, y "Caridad", en esta ocasión con el trío de cornetas de Cigarreras. La prolongada ovación que recibieron los artistas, provocó que volvieran al escenario para repetir la última obra donde el virtuosismo de la guitarra de Casares, la lírica de la música orquestal y el sonido lacerante de la corneta alcanzaron el cénit de la obra.
"Palosanto" no es sólo un alarde exquisito de fusión entre la Semana Santa y el flamenco. Es una obra que ejemplifica a la perfección la nueva música procesional de Semana Santa en el género de cornetas, buceando en los rasgos flamencos y andaluces de una música que en los últimos años está evolucionando y que no siempre hace un uso correcto del manantial musical flamenco. "Palosanto" precisamente aparece como mejor respuesta al adocenamiento que sufre en muchos casos la marcha procesional para cornetas, y ofrece un acertado giro artístico para presentar una aleación extraordinaria entre el flamenco y la corneta.
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