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El Teatro Victoria está impregnado de música clásica lírica, pues no hay que olvidar que durante cinco años se han celebrado en él, los Concursos Internacionales de Canto "Pedro Lavirgen", que han traído un plantel de figuras a los mismos, de los que han salido cantantes que hoy día están en la "élite" mundial de la ópera.
Eso no ha sido óbice para que otra "Traviata" se haya paseado por el escenario del teatro prieguense pasados 5 años, en dos funciones de gran altura, con un reparto dignísimo, que se ha llevado muchísimos aplausos y bravos de los asistentes, entre los que había gente menuda y jóvenes, que han escuchado los pentagramas de la obra verdiana y la actuación de los cantantes, con sumo respeto y silencio, sin haberse oído el "temible móvil" de los conciertos.
Con puntualidad exacta, a las 8 de la noche, el día 2 de julio, una orquesta denominada EGARA, compuesta de músicos andaluces muy jóvenes, creada en 2015, con sede en Bollullos par del Condado (Huelva), cuyo repertorio es básicamente del siglo XX (música contemporánea) inició el precioso preludio de la ópera, que sonó muy bien, bajo la batuta de Alberto Cubero, director nacido en otra ciudad vecina a Cabra, Doña Mencía, que ha realizado estudios musicales de los que es poseedor de las Licenciaturas de Piano y Dirección de Orquesta y su Postgrado, quien ha pasado ya como director de la Joven Orquesta Nacional de España (JONDE) y que goza de gran experiencia como asistente de dirección, en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. Llevó a la orquesta con suma delicadeza y arropó a los cantantes con meticulosidad, para que el éxito de la representación llegase a "buen puerto", como así fue. No es cualquier cosa dirigir musicalmente una ópera y la orquesta respondió.
La dirección de escena estuvo a cargo de Ricardo Campelo (Venezuela-Caracas, 1979), que también es dramaturgo, formado en el Grupo "Rajatabla" de su ciudad natal. Está avecindado en España donde ha dirigido ópera y teatro. El montaje de esta "Traviata" ha sido prácticamente tradicional, salvo un Alfredo que "usaba pistola", en lugar de fusil de caza con una escenografía minimalista, minimalista, salvo las sillas y la mesa para la partida de cartas y la imprescindible cama para Violeta, en el acto III. Una luminotecnia muy "sui géneris", sencilla, que lució unos colores lisos, brillantes, luminosos y alegres (nada de oscuridades, tan al uso, aunque "tapó" la traducción simultánea proyectada) y unas siluetas de estos pocos muebles, que hicieron un buen efecto plástico, a modo de sombras chinescas.
En la nómina de solistas tuvimos una Violeta Valéry de lujo, la soprano catalana de San Feliu de Guixols (Gerona), Tina Gorina, que viene cargada de premios de concursos y actuaciones en diversos teatros del mundo. Hizo un trabajo exhaustivo, pues casi siempre estaba en escena. Primero le oímos el aria de inicio "Tra voi sapró dividere" que ya indicó su categoría y después el 1er dúo con Alfredo Germont. Siguió el famoso "E strano", que lo dijo espléndido, seguro, pese a su dificultad, con sus correspondientes coloraturas, que remachó con el temible "Sempre libera", incluido el sobreagudo final, no escrito por Verdi, que tanto gusta al público. Las palmas y ¡brava! no faltaron. El dueto con Giorgio Germont en el II acto fue antológico, magnífico, así como el impresionante "Amami, Alfredo" en su encuentro con éste. Las arias del final de la obra, cuando la enfermedad va a acabar con su vida "Addio del passato" y "Ah!, Gran Dio" fueron estremecedoras por su decir dramático y actuación.
Una verdadera exhibición vocal fue lo que le escuchamos a la Sra. Gorina.
El tenor madrileño Francisco J. Sánchez, representó un Alfredo Germont que fue subiendo en su hacer desde su aria de entrada "Libiam ne"lieti calicí" del brindis y ya en "Un di, felice, eterea" dijo con un gusto exquisito esta bella aria. Cantó desde el patio de butacas, con gran voz "tenoril" las contestaciones a su amada en el "Sempre libera". Ya en el comienzo del II acto la "Lunge da lei" la bordó. Un aria emblemática de Alfredo, "O mio rimorso", con otro agudo final no escrito por Verdi, "laveró", no se hizo. No sé por qué no la incluyó el director de escena en su producción. No la consideraría importante para el desarrollo de la trama. Fue lo único que faltó para hacer la obra totalmente completa. Todavía nos deleitó el tenor solista con algunos pasajes del acto III. Hizo un personaje creíble actoralmente. En su trayectoria profesional, a sus muchos títulos de zarzuela interpretados se suman varias óperas y galas líricas, habiéndolo dirigido importantes batutas españolas.
Otro importante cantante tuvimos en esta ópera, el barítono malagueño Antonio Torres, que en Cabra ha actuado varias veces bien en el Auditorio Municipal como en el Teatro "El Jardinito", dejando la seña de su voz. Ha hecho varias óperas y muchas zarzuelas tanto en España, en los mejores escenarios, como fuera de nuestro país y ha sido dirigido por significados directores. Su potente e imponente voz baritonal, sobresalió en estas funciones de Priego, en el rol de Giorgio Germont, padre de Alfredo y el dúo del encuentro con Violeta en el II acto, con el aria "Pura siccome un angelo" con sus recitados, junto a la de Violeta "Non sapete" fueron antológicas, así como la posterior "Di Provenza".
Entre los comprimarios o papeles secundarios hubo dos féminas, con un físico sutil que les acompañaba, papeles que los hicieron con toda perfección: Lucía Millán, soprano natural de Montilla (otra vecina), formada en Málaga y Parma (Italia) que se metió en el rol de Annina, sirviente de Violeta y Yun Park, mezzo coreana formada en Seúl, Wonja, Tokio, Moscú, Frankfurt y ahora en Madrid en la Escuela Superior de Canto, que hizo de Flora Bervoix, amiga de Violeta.
Los varones fueron interpretados igualmente sin fisuras por: Alejandro von Büren, barítono venezolano (Baron Douphol), Matías Álvarez, tenor nacido en París en 1988 (Gastone,Vizconde de Létorières y Giuseppe, criado de Violeta) y un bajo que no pasó desapercibido, David Alegre (Marqués de Obigny), además de dos prieguenses solistas del coro, Argimiro Gutiérrez, bajo, (Dr. Grenvil) y Paco Sánchez, tenor (Mensajero y Criado de Flora).
Estas funciones, que como he dicho han sido producciones de la Coral "Alonso Cano", que dirige con buen hacer el cordobés Rafael Ortiz, profesor de piano del Conservatorio de Priego, han servido para que la escuchemos en las partes de coro de la ópera, cosa que han hecho muy ajustados y empastados, sin desmerecer en nada de un coro profesional, bien en sus acompañamientos a solistas como en actuaciones del coro en la despedida del acto I "Si ridesta in ciel", así como en el acto II en la Fiesta de la casa de Flora en "Non siamo zingarelle" las damas y "Di Madrid noi siamo mattadori" los varones. También formaron parte del grandioso concertante final y desde fuera de escena en "Largo al quadrupede" del acto III. O.K. por este trabajo excelente, además cantado en italiano.
Hay que reseñar el vestuario de lujo que aderezó la representación, desde el de la "prima donna" a cualquier figurante, realzando la función.
Otra noche de éxito para el Teatro de nuestro pueblo hermano de Priego de Córdoba, así como para la Coral "Alonso Cano", productora del evento cultural, orquesta y solistas invitados, al que asistieron como siempre egabrenses, para disfrutar de los buenos espectáculos que en allí se ofrecen, como esta "Traviata".
Se entregó a los asistentes un programa de mano editado con gran calidad, en el que figuran todos los datos de la ópera, argumento, reparto, currículos de los solistas, director musical y de escena así como las Entidades Patrocinadoras y Colaboradoras, a las que la Coral "Alonso Cano" les agradece su patrocinio y colaboración sin los cuales no hubiera sido posible producir esta magnífica ópera. ¡Enhorabuena, Priego!.
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