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El picacho de la Virgen de la Sierra: Centro Geográfico de Andalucía
02.09.13 - Escrito por: Mateo Olaya Marín
Los habrá más altos. Los habrá más conocidos, con mayor renombre. Probablemente no rivalizará en suntuosidad, ornato y arquitectura con otros santuarios cuya simple verticalidad sorprende a propios y extraños. Es difícil, pero los habrá con más historia y repercusión; y si me apuran, con mayor proyección comercial.
Pero ninguno está donde se eleva la ermita de la Virgen de la Sierra. Ninguno podrá presumir de contar con el enclave estratégico de nuestro santuario, ese hito religioso, social y paisajístico que encumbra la sierra que lleva el nombre de nuestro pueblo y desde cuyo risco se erige como sólido corazón que bombea la sangre de los siglos.
Ninguno está en el indiscutible centro geográfico de Andalucía, una vitola de cuyo brillo y prestigio han intentado apoderarse distintos municipios de alrededor y que Cabra goza con derecho merced a los estudios rigurosos y científicos de Juan Carandell en el primer tercio del siglo XX, auspiciada por una intensa corriente científica geológica que focalizó buena parte de sus investigaciones en nuestra sierra.
Ninguno puede presumir de localizarse en un balcón con vistas a diversos dominios del paisaje andaluz, hasta el punto de que el lugar es conocido, entre paisajistas y geógrafos, como el balcón de Andalucía. Ninguno está enclavado sobre un macizo de enorme valor geológico, con importante peso específico en el contexto europeo. Ninguno tiene como telón de fondo ese valle hermoso y envidiable que es la Nava, por cuyas arboledas, sendas y cauces discurre lenta e irresistiblemente plácida la naturaleza.
Ninguno está en uno de los pocos lugares escogidos donde nació el proteccionismo en nuestro país, el embrión de lo que hoy conocemos como parques naturales. El picacho de la Virgen de la Sierra ya fue objeto de declaración y protección natural junto con otros parajes emblemáticos de la península como Covadonga, allá por los años veinte del pasado siglo.
La ermita de la Virgen de la Sierra reúne al completo todo el significado que se desprende del vocablo santuario. Constituye un elemento valioso donde la naturaleza se custodia de una forma virginal, dotando al paraje de un cierto aire magnético y un profundo trasfondo místico y espiritual que acerca, más si cabe, a lo elevado. Es un enclave de fuerte contenido religioso, granjeado siglo tras siglo con una sobresaliente riqueza que hace que la religión sea una aleación perfecta e incomparable de liturgia, devoción y tradición.
Aquí el emigrante llama a la puerta para aspirar el aire que un buen día dejó atrás y que cada año le hace sentir la dulce punzada de la emoción. Aquí el que habita esta tierra sube para tocar el cielo y, como en el canto del Himno de las Romerías, acude a la sierra donde tiene su altar la Virgen de la Sierra. Aquí la bandera blande sus colores por ese secreto que Cabra y ella se guardaron para siempre desde tiempos inmemoriales y que hace posible, año tras año, que Juan Soca nos haga llegar a la verdad en muy pocas palabras: "Con tu bandera, Virgen de la Sierra, lanzas al viento tu infinito amor".
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